THICK AS A BRICK
La historia de este álbum -otro de los
grandes discos de la historia de la música- bien podría subtitularse “o de como una parodia acaba derivando en
una obra maestra”. Y esto es
así porque anteriormente a este disco, la banda británica Jethro Tull, liderada
por el gran Ian Anderson, había editado el también célebre Aqualung, álbum admirado
por críticos y aficionados, pero al que además parte de la crítica se empeñó en
considerar como disco conceptual. Anderson, con razón, lo negó y para
demostrarlo, en diciembre de 1971 decidió crear lo que el de verdad entendía
por una obra conceptual: el Thick as a Brick, quinto álbum del grupo, que en la
imaginación de su creador nace como una completa parodia.
Desde la originalísima funda – que simulaba un
periódico de provincias-, la letra –una historia única basada en un supuesto
poema de un crío de 8 años-, la música –con una estructura más cercana a una
sinfonía que a un disco de rock al uso- todo ello confirió un carácter de tal excepcionalidad
al disco –parodia o no- que nos volvió locos a todos. Ian Anderson estuvo en
esas semanas poseído por una creatividad extraordinaria –décadas después lo ha
reconocido- con lo cual, con una intención o con otra, lo cierto es que compuso,
y el grupo interpretó, una obra inmortal. Se edita en marzo de 1972 y hoy, 47
años más tarde, sigue conservando toda su frescura, energía (la que reflejaban
aquellos ojos que se salían de sus órbitas) y calidad musical. Fue su cénit. Hizo
otro intento serio con A Passion Play, pero nunca logró, pese a la calidad de
este y otros discos, alcanzar la cima del Thick as A Brick.
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