GRACE
Iniciamos con este programa la serie del
verano dedicada en exclusiva a un solo disco -una sola obra maestra- por
programa. Difícil elegir un mejor arranque que con la genial obra de Jeff
Buckley, Grace. Artista de desgraciada y prematura desaparición, este álbum justifica
sobradamente una carrera. Concebido en su cabeza probablemente desde los
primeros ‘90, no tuvo oportunidad de grabarlo hasta que en 1994 un cazatalentos
de la discográfica Columbia lo descubrió en el Sin-e, local de Manhattan. El tándem
que formó con el productor e ingeniero de sonido Andy Wallace consiguió plasmar
en el vinilo la mezcla de energía, sensibilidad e innovación desbordante que
atesoraba Jeff Buckley, dueño, a su vez, de una voz dúctil y con un estilo
propio, muy personal e inimitable.
No eligió el mejor momento para su
lanzamiento, pues el grunge ocupaba
aquellos años prácticamente todo el espacio, con grupos como Nirvana, Pearl Jam
y otros. Así que Grace fue tan extraño como ver surgir una flor en mitad de la
explanada de hormigón. Tanto es así que el disco pasó desapercibido para el
gran público y solo los elogios de artistas tan relevantes y diferentes como
Bob Dylan, Jimmy Page y algunos otros, hicieron que la crítica musical reparara
en el con detenimiento. Por ello, al revés de lo que suele suceder, su
conocimiento y prestigio fue creciendo progresivamente con posterioridad a su
lanzamiento. Así hasta hoy, pues una buena prueba de si una obra puede
considerarse excepcional es someterla al paso del tiempo. En música o en
cualquiera de las otras artes. Y sinceramente, una escucha atenta y crítica de
Grace hoy, nos sigue mostrando su vigencia y calidad. Y eso aumenta nuestra
pena de que la vida no diese a Jeff Buckley la oportunidad de tener una obra
más extensa, tal vez pensó que con la grandeza de Grace era suficiente y tal
vez sea así.
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